Los cristianos, antes de ser sometidos a juicio eran encarcelados, cargados de cadenas en infames calabozos. Luego se les sometía a tormento en el potro; se les azotaba; se les desgarraba con garfios etc. Los que permanecían firmes en la fe eran decapitados si ostentaban el titulo de ciudadanos romanos; expuestos a las fieras del circo o quemados vivos, si eran de libre condición, pero no ciudadanos romanos; crucificados si eran esclavos.
Los edictos publicados por Septimio Severo, Decio, Valeriano y Diocleciano, tuvieron por objetivo atajar la propagación del Evangelio más por la apostasía que por el martirio. Fueron sin embargo la causa de gran número de martirios y de suplicios hasta entonces poco usados.